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El Encuentro de Arte Arbano Al Zur ich  y la relación del arte con lo político 
By María del Carmen Oleas Posted in Arte contemporáneo on January 26, 2024 0 Comments 10 min read
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A inicios del nuevo milenio el Ecuador vivía una crisis generalizada. En 1999 estalló una crisis económica que incluyó el congelamiento de los ahorros en los bancos y su eventual cierre, el salvataje bancario de parte del Estado y, finalmente, la dolarización. La crisis política también se hizo evidente desde finales de la década del noventa y hasta el 2003, gracias al derrocamiento de varios presidentes. En la exposición Amarillo, azul y roto. Años 90: arte y crisis en Ecuador[1], sus curadores Pamela Cevallos y Manuel Kingman, hicieron notoria la repercusión que crisis “macro” como estas, tuvieron en otros campos de la sociedad. En su curaduría, esta muestra expuso a la crisis como un modus vivendi, de los ecuatorianos, sobre todo a finales de los noventa e inicios del dos mil. Se trataba de una crisis total que, inclusive, cuestionó al arte, a sus instancias de legitimación, a sus modos de producción, a su público y a los artistas.

Actualmente se puede ver que, en este contexto, algunos conceptos cambiaron y fueron “maleables”, sobre todo, en el campo del arte. Conceptos, como el de “política”, adquirieron nuevas acepciones con la finalidad de ampliar el discurso artístico e incluir en él nuevas formas de creación y de producción de los artistas jóvenes de la época. Eventualmente, este proceso de reformulación conceptual llevó a un cambio de lo que se entiende como arte y de su relación con el público. En este texto se hará una breve reflexión de la relación que guardan este concepto con el de arte y cómo en la actualidad, la reflexión sobre lo político se ha configurado como una plataforma sobre la que descansa el arte contemporáneo ecuatoriano.    

            Si se entiende al arte como un producto modernista propio de los movimientos vanguardistas, resulta complejo encontrar una relación directa entre arte y política. Se podría decir que a inicios del siglo XX cuando las vanguardias estuvieron en auge, esta relación se manifiesta de manera velada en algunos movimientos. Podrían citarse ejemplos como el del cubismo sintético que se desarrolló entre 1912 y 1914. En esta faceta del cubismo, tanto Braque como Picasso incluían letras y números en sus collages; Picasso, sin embargo, no lo hacía al azar, sino que tomaba pedazos de periódicos en los que se pudiera leer notas de interés político y social, sobre todo de acontecimientos relacionados con los movimientos obreros con los que decía identificarse.

Podría decirse que los movimientos vanguardistas en Latinoamérica tuvieron una reflexión política más extensa que en Europa. El Muralismo Mexicano, por ejemplo, fue una parte estructural del gobierno post revolucionario de la mano de José Vasconcelos. Asimismo, los indigenismos y los realismos sociales desarrollados en algunos países de Sudamérica tuvieron como objetivo denunciar la realidad de los grupos menos privilegiados en estas sociedades. Estos fueron, sin embargo, movimientos y artistas que se alinearon con el poder prontamente y que, al hacerlo, perdieron su capacidad crítica y su contacto con la comunidad

            En la década del sesenta el arte tomó una postura un poco más crítica hacia los acontecimientos políticos, como consecuencia de la reorganización mundial y la influencia de movimientos sociales (feministas, hippies, movimientos afrodescendientes entre otros) y estudiantiles (la primavera de Praga, Mayo del 68, la matanza de Tlatelolco). Desde entonces, el arte ha mantenido una relación ambivalente con la política; por un lado, puede ser un crítico acérrimo de los acontecimientos políticos, pero por otro ─igual que los movimientos vanguardistas latinoamericanos─, puede estar alineado con grupos de poder con influencia en la política de los países. Actualmente el arte y la política guardan una relación estrecha, sobre todo por el poder de propaganda o de protesta que tiene el arte y también por el manejo visual y mediático que podría involucrar la creación artística. Por esta razón esta reflexión no hará referencia a la relación del arte con la política, sino a su relación con “lo político”.                    

¿Qué es lo político? y ¿cómo se diferencia de la política? Para contestar estas preguntas es pertinente hacer referencia a la frase reconocida como el lema de la segunda ola del pensamiento feminista (1960-1970) que reza “Lo personal es político”. Para el movimiento feminista, situar a lo personal en la esfera de “lo político”, le abrió un espectro mucho mayor de influencia; ya que permitió la injerencia de la sociedad en la vida privada, en este caso específico, de las mujeres. Es evidente entonces que si, por política se entiende a lo concerniente con los movimientos electorales, las instancias gubernamentales y las figuras politiqueras de turno; “lo político” por otro lado, habla de la posibilidad de afectar de manera beneficiosa a grupos grandes de ciudadanos por medio de decisiones colectivas tomadas por las instancias de poder.

            En el contexto de crisis en el Ecuador, situaciones como el colapso de instituciones legitimadoras, el cierre de los bancos ─que fueron los principales coleccionistas de arte durante la segunda mitad del siglo XX─ y el desinterés de parte del público y del Estado, enfrentó al arte ecuatoriano con dos posibilidades. La primera fue fenecer junto con el campo que absorbió la crisis generalizada y la segunda posibilidad, ─mucho más cierta─, fue salir de su “zona de confort” e incidir en la sociedad más allá de su esfera tradicional de acción. Así, la crisis que vivó el Ecuador a inicios del nuevo milenio puso al arte del país en relación con “lo político” y le dio la oportunidad de influir de manera positiva en sectores, hasta entonces, poco atendidos por el campo de las artes y de la cultura.

            Por esta síntesis descrita a breves rasgos, podría parecer que la relación que hasta ahora lleva el arte con lo político en el Ecuador tuvo un inicio repentino y brusco. Sin embargo, muchos artistas que vivieron esta época de cerca manifiestan que, para el arte, la crisis generalizada en el país fue en realidad una oportunidad pues, de alguna manera, arrojó al arte hacia la posibilidad de una acción más directa y a una relación más cercana con la sociedad.

Sería equivocado decir que la relación del arte ecuatoriano con la política es nula, ya que, por la creación del Ministerio de Cultura en el 2007, el arte y la política han mantenido una relación constante, en muchas ocasiones clientelar y generalmente ambivalente. Se puede decir, sin embargo, que la posibilidad de ampliar su reflexión hacia “lo político” le permitió al arte, tener una postura crítica de la política. Asimismo ─y tal vez lo más importante de la relación entre el arte y “lo político” ─, es la posibilidad que el arte desarrolló para influir de manera positiva en la vida de grupos grandes de la sociedad ecuatoriana.

Durante la crisis algunos artistas, sobre todo grupos de artistas jóvenes, abrazaron la relación del arte con lo político. Tal vez uno de los grupos más representativos de este proceso, fue el Colectivo Tranvía Cero y su proyecto emblemático, el Encuentro anual de Arte Urbano Al Zur ich. El planteamiento inicial de este colectivo fue, justamente, el de influenciar positivamente la sociedad a través del arte; su idea original, de llevar el arte contemporáneo al sur de Quito. Es redundante decir que, el proyecto de Tranvía Cero inició sin fines políticos, ni económicos; queda claro que, al inicio, este proyecto tuvo objetivos como sacar al arte de las instancias tradicionales de legitimación, llevarlo más cerca de la gente del sur de Quito y dar espacios alternativos de exhibición a los artistas jóvenes. Con el tiempo, estos planteamientos convirtieron al Encuentro de arte urbano al Zur ich en una institución legitimadora dentro de un campo del arte que se amplió para acoger formas alternativas de exhibición.

Actualmente, el encuentro es una instancia de legitimación a la que los artistas que trabajan con arte comunitario acuden, con el fin de validar su trabajo; exponer en una edición del Encuentro dota a los artistas de prestigio y reconocimiento. Sin embargo, lo particular de la legitimación que ofrece Al Zur ich, es que se da por un proyecto cuyo objetivo primordial no es el de legitimar a los artistas, sino que fue una competencia adquirida en base a la relación del arte con lo político. Podría pensarse en una legitimación propia de un campo del arte nuevo, de un campo que surgió de la crisis.

De esta manera, es posible pensar al El Encuentro de Arte Urbano Al Zur ich como el ícono de un campo nuevo, con nuevas formas de producción, nuevas formas de exhibición y, definitivamente, nuevos públicos, ganados sobre la base de la constancia, la periodicidad y la forma alternativa de exhibición del Encuentro. Queda claro que el Encuentro se ha configurado como una instancia legitimadora; sin embargo, lo interesante de este proceso es la relación que se da entre el arte y lo político y que abre las prácticas de arte contemporáneo en el Ecuador.


[1] Esta muestra se exhibió en el Centro de Arte Contemporáneo de Quito (CAC) entre enero y junio del 2019

El Encuentro de Arte Arbano Al Zur ich  y la relación del arte con lo político fue publicado en el catálogo del XVII Encuentro de arte y comunidad al zurich (2019).

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